La infraestructura de la escuela lleva años mostrando signos de deterioro, un problema que la comunidad educativa ha denunciado en múltiples ocasiones. A pesar de los pedidos de intervención y mejoras edilicias, las autoridades no han brindado soluciones efectivas, dejando a la institución en un estado de vulnerabilidad que ahora se hace evidente con este colapso.
Por fortuna, el derrumbe ocurrió cuando el comedor estaba desierto, evitando una tragedia mayor. No obstante, el incidente pone en el centro de la escena la seguridad de los estudiantes y el personal que día a día transitan por estas instalaciones. La pregunta que resuena en todos es: ¿qué habría pasado si el colapso se producía en un momento de mayor actividad?
Las autoridades deben actuar con urgencia para evaluar los daños y garantizar que la escuela sea un lugar seguro. Es fundamental que se realicen inspecciones técnicas exhaustivas y se implementen medidas inmediatas para reparar el comedor y reforzar la estructura de la institución, evitando riesgos futuros.